Los antocianos y carotenoides presentes en las grosellas poseen una elevada actividad antioxidante y neutralizan los radicales libres nocivos para el organismo.
Tienen efectos antiinflamatorios y antibacteriana.
Estas frutas contienen otros antioxidantes como la vitamina C, que potencia nuestro sistema inmunológico y reduce el riesgo de enfermedades degenerativas, cardiovasculares e incluso del cáncer. Asimismo, favorece la absorción del hierro de los alimentos, por lo que mejora o previene la anemia ferropénica.
La fibra, abundante en estas frutas, resulta un remedio contra el estreñimiento y la atonía intestinal.
Las grosellas son ideales para combatir infecciones. Su jugo ejerce una acción antiséptica y antibiótica sobre los gérmenes causantes de las infecciones urinarias.